Dualidad en el universo maya Tseltal

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Luna llena. Foto: Mariano Estrada

Por: TBC

25/marzo/2025

Palenque, Chiapas.

Mas allá de la obra Dualidad, obra pictórica de tipo mural realizada por el pintor mexicano Rufino Tamayo, destinado al vestíbulo del auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología (MNA), el concepto, ocupa un lugar importante en la cosmovisión indígena maya Tseltal desde tiempos inmemoriales. 

El día y la noche, lo blanco y lo negro, la alegría y la tristeza, lo bueno y malo, el sol y la luna, el hombre y la mujer, tienen su razón de ser, la de equilibrar el desarrollo de la vida misma. Siguiendo estas normas naturales, nuestros padres y abuelos la llevaron a la práctica para la sana convivencia, con todos los seres que le rodea, incluso con la misma madre naturaleza, quien la conocemos también como ‘Nuestra Madre tierra’.

La gracia de la dualidad, comienza desde la creación de cada pareja que se unen en matrimonio para formar una familia, un hogar dicen algunos. En aquellos otros tiempos, se tomaba muy en serio la formación de dichas parejas, pues gracias a ellas, los conocimientos y valores esenciales, serán depositadas ahí, hasta que llegado el momento los hijos de sus progenitores habrán de otorgar el mismo compromiso a los suyos. 

Tsitsel. Foto: Mariano Estrada

El ‘tsitsel’ (consejo) es uno de los grandes regalos que se le otorgan a las nuevas parejas, futuros pilares de la familia que habrán de conducir a buen puerto los nuevos integrantes de la familia y comunidad con todos los valores que se menciona. Gran parte del concepto dual de nuestros pueblos indígenas tseltales, rezado por una larga fila de mamás, papás, abuelas, abuelos, tías, tíos y personas mayores de la comunidad, recibe la joven pareja de rodillas, acompañadas en algunos casos con algunos latigazos para interiorizar el concepto.

Gracias a estas formas particulares de encomendar ciertas tareas, lograron nuestros padres y abuelos mantener los valores enraizados hasta hace algún tiempo, cuando aún no se sabía nada de extraños hombres. 

Con la llegada de conocimientos occidentales, el colonialismo y otras muchas formas de ser y pensar, invade nuestras formas y modos; la dualidad pierde sentido y por ende su esencia. Como resultado, tenemos hoy día parejas disfuncionales, separación de jóvenes parejas que no duran siquiera un suspiro en la vida dual; niños sin padres, niños maltratados, rebeldes, prostitución, drogadicción, maridos borrachos, golpeadores y una lista interminable de caos que ha ocasionado el desconocimiento de la vida dual.

Pese a todo, hay que decir que la dualidad se resiste a desaparecer. En la vida comunitaria, se práctica aún en los cargos dignificados por su sacralidad como los ‘Principales’, Mayordomos, Diaconados, Ministros y otros cargos de alto estirpe que sólo ocupan personas mayores de noble corazón. Quienes vivimos en comunidad y sobre todo en el universo indígena, sabemos cuánto significa mantener el equilibrio de la dualidad.

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